Es por todos conocido y aceptado, que la señal dada a los Aztecas para encontrar el lugar en el cual fundar Tenochtitlan (hoy Ciudad de México) era un águila parada sobre un nopal, devorando una serpiente”, sin embargo, como dice José Maria Marroquí en su libro La Ciudad de México: “de la culebra nada dicen los historiadores que se ocupan de este suceso; el Padre Acosta afirma que “tenía el águila en las uñas un pájaro muy galano”.

Aparentemente el origen de colocarle al águila en las garras una serpiente es muy antiguo, sin que, alguna fuente seria o como dicen los historiadores, ningún documento autentico acredite que dicha serpiente fuera parte del oráculo que guio a los Aztecas en su larga peregrinación.